domingo, 7 de abril de 2013

El jardín del edén


En nuestro horrible jardín, había una vez un árbol. 
Estaba junto a la escalera con la pintura desconchada y la barandilla de piedra descolorida. No estoy hablando del árbol muerto que está al fondo del terreno, que sirve de apoyo para el tendal, hablo del árbol feo, gris y lleno de nudos que está en la entrada.
No tenía ni una mísera hoja, ni marrón, ni verde, nada de nada.
 Le daba al jardín un aspecto lúgubre, el toque que le faltaba para ser el jardín más feo de todo el vecindario.

Pero de repente, y después de una semana de sol, los brotes verdes medio podres, se convirtieron en flores.
Flores enormes y blancas que poco a poco se fueron desenrollando y fueron atrayendo a todas las abejas de 2 kilómetros a la redonda.

Así que ahora tenemos un jardín horrible, con un árbol muerto, una escalera que se le cae la pintura, una barandilla descolorida, y un árbol precioso y lleno de flores enormes que atrae a todas la abejas así que mejor te cuidas de no salir al jardín. Menos mal que da justo a mi ventana.
 








1 comentario:

  1. Tía, tienes que talar ese árbol YAAAAA. ¿Abejas? Por Dios, qué desagradable, con su horrible y amenazante zumbido... Deberías buscar por youtube unos cursos sobre jardinería y dedicarte a ese jardín en cuerpo y alma una temporadita. Verás qué agradecido es luego. Plantas, flores, y algo que no sea césped (que es muy delicadito y sacrificado de cuidar). Pero mejor que naturaleza muerta y abejorros revoloteando... Bicos!!

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