Hoy es el último día en Corea. Hemos hecho las maletas, y como hemos podido, hemos metido los kimonos, la cerámica,
las cámaras de fotos, los pósters coreanos, la ropa y los ordenadores, en 23 kilos cada uno (más o menos) y un bolso de mano. Increíble.
También está el tema del visado, se nos terminó el día 28, así que estamos de ilegales. Va ser emocionante hasta el final, como siempre. Espero que no nos den mucho la brasa y nos dejen pasar sin más. Total por tres días...
Ayer fuimos a cenar con Park y Sally a su antiguo restaurante japonés. Lo vendió, montó un guesthouse que se llama Casa Pepe en su casa, y alquiló un local pequeñito cerca, donde va a abrir en breve, Tempura Park. Un sitio donde sólo se sirve tempura, al estilo japonés. Porque Corea tiene su propia tempura estilo coreano, una trapallada.
Así que ayer primero cenamos en su antiguo restaurante que ahora lo lleva otra gente, pero donde sigue trabajando en las cenas, ya que no les iba nadie, y lo llamaron. Después, fuimos a su nuevo restaurante de Tempura, y lo inauguró para nosotros. Nos hizo una tempura deliciosa, allí en directo. Tempura y vino, que más se puede pedir.
Comimos tanto, que nos costó dormirnos, pero la última cena en Corea no podía ser de otra manera.
La verdad es que ya apetece estar en Coruña, donde siempre sopla el viento. Aquí no hay manera, cuando hace viento, parece que estás bajo un secador de pelo. El sábado hizo 34 grados y con una humedad terrible, no puedes hacer nada sin empezar a sudar. Dormir con las ventanas abiertas y que entre la brisa, eso es algo que ya no recuerdo. Aquí si corres las cortinas te comen los bichos, y si no las corres, olvídate de respirar.
En fin, es lo que tiene Asia, tierra de contrastes.
Nosotros somos más de Galicia, donde nunca hace ni frío ni calor, e onde nunca choveu sen que escampara.
Allá imos terra galega!
No hay comentarios:
Publicar un comentario