Las ajumnas son las señoras coreanas. Son todas enanas, me llegan por el hombro.
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Van vestidas siempre de chandal, en invierno con un plumífero de señora con svarovskis en algún lado, y botas de montaña. Y con una gran visera en verano.
Te arrollan si estás en su camino, y se ríen de ti siempre.
Son toda una institución en Corea, se las respeta y odia en cantidades iguales.
En la piscina es donde entro en contacto directo con ellas, y cada día lo flipo más.
Llenan las calles de la piscina, se ponen en hilera, y van dando saltitos. Hablan y dan saltitos.
No es buena idea que te cruces en su camino, si quieres nadar te vas a la calle de los señores, que tambien hablan, pero por lo menos se quedan apoyados al principio de la calle y no dan saltitos.
Antes de entrar a la piscina, hay que ducharse, obligatorio.
Ellas se duchan pero bien, a conciencia.
Se lavan como si no hubiera mañana. Incluso se sientan en el suelo (¡¡!!) para estar más cómodas. Después de la piscina se vuelven a duchar, y luego se van al vestuario (que también tiene el suelo caliente, como en las casas) y se tiran todas por el suelo. Y siguen hablando. Se echan cremas, se dan friegas las unas a las otras, se ponen el chandal, el plumífero, se pintan los labios y veña, pa fora que aqui vai
unha calor...