En el resort donde vivimos hay spa y te hacen unos masajes bárbaros por 36 euros. Eso si, es bastante complicado conseguir cita en el día, porque tienen muchos coreanos que masajear.
En Asia hay dos tipos de sitios de masaje, los que te hacen tratamientos de belleza y todo tipo de masajes estupendos, que son más caros, y los de dudosa reputación, que suelen tener en la puerta un montón de niñas en minifalda sentadas mirando el móvil o durmiendo la siesta. Estos son bastante más baratos y con pinta rara, peeero no es tan fácil diferenciarlos a veces.
En DaNang hay un especie de revistilla con tips para turistas, recomendaciones de restaurantes y de las cosas que hay que ver.
Así que yo, que me considero turista de viernes a domingo, me puse a echar un vistazo, a ver si nos decidíamos a salir de la piscina.
Estaba anunciado el restaurante español de nuestros amigos valencianos, el Merkat, así que entendí que la revista tenía su prestigio.
Llamé para reservar en un sitio de masajes que ponían bastante bien, y allá nos fuimos. Nada más llegar, me di cuenta de que la tía aun no se había recuperado de la sorpresa de que alguien llamara para pedir cita. Todavía sin quitarnos el casco, por si había que hacer una rápida retirada, la tia nos sentó en unas butacas y nos puso un pegajoso menú de masajes en las manos (en las mías, Tito ya se cuidaba de no tocar nada). Enfrente, siete chavales repanchingados en las butacas, se metían la camisa por dentro y nos miraban pasmosos.
Una vez leí en un sitio, "si dudas, es siempre que no", pero la verdad es que yo creo que si dudas, di siempre que si!
Así que cerramos los ojos, escogimos un masaje, el mismo cada uno, para evitar sorpresas, y que sea lo que Dios quiera.
La sala donde nos llevaron era de cerca la sala más deprimente donde me he hecho un masaje, y me hice uno en Hong Kong.
Me daban ganas de sacarle fotos a los cuadros que había en la pared para incluirlos en nuestro libro de "Los peores cuadros de habitación de Hotel".
Nos desnudamos y nos pusimos el albornoz. En una mesilla había un cenicero lleno de colillas. Eso fue bastante definitivo y nos hizo replantearnos de nuevo salir corriendo, pero como Tito no se acababa de pronunciar, y yo, si él no se raja, yo menos, pues nos quedamos. Por eso, y porque entraron dos niñas en mini mini falda.
Lo que tienen los masajes vietnamitas de diferente, de los chinos por ejemplo, es que la masajista se sube encima de la camilla. Yo he decidido, por mi experiencia, que cuanto mejor es el masaje, menos contacto tienes con el cuerpo del masajista. Es decir, que si es bueno, tiene el cuidado necesario de no rozarte mucho con su cuerpo. Vale, pues este masaje era todo lo contrario.
También entendí el proposito de la minifalda, que hubiera mucha carne al descubierto para que fuera eso lo que te rozara y no su ropa.
En fin, no era para tanto, pero a mi que rocen lo justo. Yo estaba muy atenta a Tito y preparada a levantarme a la mínima.
Al final, nos dimos el masaje, y no pasó absolutamente nada, sólo que fue un masaje bastante mediocre y que las chicas no paraban de cotorrear, pero eso pasa también en Coruña.